lunes, 1 de agosto de 2011

El Objeto etnográfico

Llamo objeto etnográfico a una construcción científica, producto del cruce de la delimitación teórico-conceptual y de la experiencia empírica de investigación. Es decir, lo que estudian los científicos sociales, en este caso los antropólogos sociales, es un objeto que en parte proviene a) de una experiencia empírica en momentos y lugares específicos, que no es cualquier experiencia (ni es la misma de un ingeniero agrónomo, un médico o un abogado que compartieran esos momentos y espacios) principalmente porque b) está mediada por una serie de preguntas y de construcciones conceptuales que hacen que las "cosas" aparezcan de una forma específica y que las correlaciones entre esas cosas sean entendidas de una manera especial. Eso implica otorgar privilegio a ciertos elementos frente a otros y a construir jerarquías o determinaciones entre ellos. Así, la construcción misma del objeto etnográfico es parte de la investigación, en particular del proyecto de investigación.
Aquí lo que se puede encontrar es una multiplicidad de variantes interesantes, aunque confrontadas.
Por ejemplo, en un extremo se tienen posiciones que privilegian el momento empírico de la producción del objeto. Es en esta perspectiva que se han desarrollado diversos entendimientos de lo que distingue a la antropología social: el llamado trabajo de campo. Muchos antropólogos han puesto un acento especial en esta experiencia como la fuente misma del conocimiento etnográfico, en particular entre aquellos que consideran que esta experiencia empírica está delimitada y definida por algo llamado la "otredad" o la “alteridad”. La idea es que los antropólogos se insertan corporalmente en "otra" cultura o sociedad y tratan de "entenderla" en "sus" términos, en su lógica específica, aquella que la distingue de las sociedades de donde proviene el antropólogo. Muchos alegan, por eso, que hay una similitud interesante entre el antropólogo y el viajero, o la experiencia antropológica y el viaje. Vean para ello las reflexiones de Ángel Palerm acerca de los orígenes de la antropología (Historia de la Etnología: Los Precursores. México, UIA 2006 [1974]) o la discusión en torno al viaje y la otredad como el contexto fundante de la antropología en un texto de Esteban Krotz (La otredad cultural, entre utopía y ciencia, México, FCE, UAM-I, 2006) y la discusión en torno al tema del viaje en la revista ALTERIDADES no 8 de 1994. Otra perspectiva, sin embargo, usando el mismo símil del viaje y la experiencia antropológica, desarrolla una crítica de la autoridad etnográfica, señalando las implicaciones que tiene esa metáfora en la delimitación tanto del objeto (algunas veces exotizado) como de la misma cientificidad de la antropología, llevando a modelos diferentes de entender el objeto, el sujeto y la disciplina, en algo que hemos dado en denominar posmodernismo (ver, por ejemplo: James Clifford, Routes: Travel and translation in the late twentieth century. Harvard University Press, 1997; Dilemas de la cultura, Antropología, literatura y arte en la perspectiva postmoderna. Barcelona, Gedisa, 1995 [1988]; o James Clifford y George E. Marcus edits. Writing Culture. The Poetics and Politics of Ethnography, University of California Press 1986). Otra crítica a la idea de otredad, paralela a la llamada postmoderna, desarrolló el argumento de que la antropología no es una ciencia que tratara con objetos sino con sujetos, por lo que la misma experiencia de investigación se transformaba en una conversación y en mutuo entendimiento, incluso de la empatía. Estas discusiones acerca de la otredad como fuente del pensamiento antropológico y de la construcción del conocimiento, o las críticas de esta idea desde la perspectiva postmoderna o de la que llamaré empática, para distinguirlas, son interesantes para el tema de la producción del objeto etnográfico porque ponen el acento en la experiencia corporal misma entre "los otros" como la base de la ciencia o de una ciencia-interpretativa o, en otro extremo, como una forma de producir literatura que habla más de las ilusiones e ideologías del antropólogo y su sociedad. Al hacerlo, revela tres formas (entre muchas otras) de entender el proceso mismo de construcción del objeto etnográfico: en un caso el "otro" como ese ajeno culturalmente (incluso en aquellos que toman a la otredad como un resultado de procesos históricos) al que hay que entender o traducir; en otro caso, el "otro" convertido en actor mismo de la generación de conocimiento, copartícipe de un proceso científico-dialógico, subjetivizado como un acto político más que metodológico; o una perspectiva más que cuestiona si existe ese sujeto-investigador deshistorizado que puede construir al otro sin insertar prejuicios o ideas sobre las mismas relaciones entre investigador e investigado. Estas formas de establecer el problema de la relación sujeto-antropólogo / objeto-sujeto etnográfico nos conducen a distintas rutas de investigación científica o intercomunicativa o de crítica literaria: trabajar con un objeto de contemplación externa-ajena; o con un sujeto de intercomunicación y de empatía (que además se revela como un objeto plenamente consciente del proceso y de su situación como actor) o hacer una literatura crítica de la literatura antropológica y de la autoridad etnográfica.
De distintas formas, desde mi punto de vista, estas posiciones ponen atención menor a un aspecto importante: no es la experiencia empírica el único elemento en la producción del objeto etnográfico: hay también una contribución del antropólogo y del contexto científico del que proviene, que debe ser integrada. No sucede así con los postmodernos, aunque la salida propuesta por ellos se encuentra fuera de la ciencia y más cerca de la crítica literaria. ¿Cómo se plantea esto desde las ciencias sociales? Por un lado, como ejemplos, se encuentra en Eric Wolf el llamando a cuestionar totalmente la idea de "la otredad" como punto de partida. Wolf propone poner atención, por el contrario, a las múltiples conexiones que han llevado históricamente a la aparición tanto de la antropología como ciencia como a la formación de los pueblos llamados "sin historia" que fueron por mucho tiempo el campo específico de los etnógrafos (Eutopa y la gente sin historia. México, FCE, 2005 [1982]). Igualmente sucede con el análisis que hace William Roseberry, quien llama "sujetos antropológicos" a los objetos de la antropología. A diferencia de la perspectiva empática (que asume que los "sujetos" son muchas veces actores conscientes de su propia condición) Roseberry sugiere que los sujetos antropológicos son producto de una historia material y de determinaciones ideológicas, historia que es compartida con los propios antropólogos aunque en condiciones y procesos diferenciadores, una cuestión que no es tomada en cuenta por perspectivas que parten de cultura y otredad (Anthropologies and Histories. Essays in Culture, History, and Political Economy. Rutgers University Press, 1989). Un argumento interesante en este sentido es el de Gupta y Ferguson, quienes hablan de making place como un proceso histórico y cultural que genera los objetos-suejtos de interés de la antropología. Making place pone atención en la historia de las poblaciones en sus múltiples relaciones, así como en la forma en que estas poblaciones, de manera diferenciada y cambiante, generan ideas sobre su propia condición como sociedades o pueblos y los vínculos entre ellas y ciertos lugares (Akhil Gupta y James Ferguson, Culture, Power, Place. Explorations in Critical Anthropology, Duke University Press, 1997; Anthropological Locations: Boundaries and Grounds of a Field Science, University of California Press, 1997). Así, a diferencia de las perspectivas en otredad y empatía, estas perspectivas histórico-sociales ponen atención en los procesos que producen los objetos de la antropología (y no los toman como dados, o como subjetividades autónomas independientes de los condicionamientos históricos y sociales). En otro extremo, hay posiciones que ponen un acento mayor en el momento teórico conceptual de la producción del objeto. Por ejemplo, y contrastando con las perspectivas de la "otredad", la empatía etnográfica y la crítica de la autoridad etnográfica, está el argumento que ofrecen Bourdieu, Passeron y Chamboredon (El oficio del sociólogo, México, Siglo XXI, 1978). Ellos recorren la historia misma de la sociología y de las ciencias sociales en general (usando textos de Durkheim, Marx, Weber, Wittgenstein, Saussure, entre otros ...) para mostrarnos cómo la producción del objeto es resultado de rupturas epistemológicas con las ideologías espontáneas, es decir con los entendimientos inmediatos (a veces disfrazados de ciencia) de los objetos sociales (un procedimiento exactamente contrario a la empatía), de recortes de esos objetos y de delimitaciones que provienen de la crítica de esas sociologías espontáneas. Todo ello requiere de un trabajo conceptual. Identificaré a esta perspectiva como de ruptura epistemológica, para distinguirla de otra que pone acento más bien en los procesos históricos (entendiendo la historia como proceso social material) que han producido tanto a los antropólogos mismos y su disciplina como a los objetos-sujetos que estudia (Wolf, Roseberry, Gupta y Ferguson).
La revisión comparativa de estas perspectivas (de otredad, empática, postmoderna, histórico social, de ruptura epistemológica) revela, desde mi punto de vista, que los objetos etnográficos son producto al mismo tiempo de experiencias empíricas convertidas en experiencias conceptuales, o si se prefiere, en reflexiones conceptuales que se convierten en reflexiones corporales en el contacto con la vida social (contacto que no necesita del viaje necesariamente, pues se trata más bien de una actitud metodológica que se puede asumir en el contexto social mismo del científico). Lo importante es tener en cuenta esta doble dimensión y el peso de cada parte de ella en la producción de los objetos de investigación antropológica en nuestros proyectos. ¿Qué papel juegan estos dos momentos en tú investigación? ¿Qué perspectiva sobre el objeto de investigación predomina en tu trabajo? Hasta el nombre de lo que estás estudiando está atravesado por estos momentos de producción del objeto: ¿Por qué llamamos a lo que estudiamos "historias de vida", "cosmovisiones", "identidades", "culturas"? Incluso con la idea de tratar de entender plenamente a "los otros" o de compartir con ellos la producción del conocimiento sin imponer nuestra autoridad etnográfica, ¿no estamos ya produciendo conceptual -e ideológicamente- un recorte del objeto con el que trabajamos? ¿No hacemos eso al alegar incluso que trabajamos con "sujetos", como si operáramos empíricamente como elementos inertes? ¿La inserción de un recorte selectivo de nuestro interés vinculado con preferencias políticas o de otro tipo (nuestro posicionamiento) resuelve el problema metodológico de producción del objeto? ¿No se trata más bien de poner más atención en el proceso selectivo conceptual-empírico de delimitación y nombramiento del objeto de estudio?


Por: José Luis Escalona Victoria   

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