Pongo aquí el resumen de la ponencia que presenté en el VI Encuentro Mexicano Brasileño de Antropología, celebrado en Florianópolis, Brasil, entre el 4 y el 8 de septiembre de 2022. Presenté la ponencia Por la producción de conocimiento impertinente en el panel temático: Antropología
y Universidad en tiempos de neoliberalismo y ascenso autoritario: reflexiones
desde experiencias etnográficas en México y Brasil”, coordinado por el Dr.
Antonio Carlos Souza Lima (Museo Nacional/UFRJ) y el Dr. Alejandro Agudo Sanchíz
(Universidad Iberoamericana - México).
Por la producción de conocimiento impertinente
José Luis Escalona Victoria (CIESAS México)
Resumen:
La idea de
que la ciencia debe generar conocimiento de uso político o económico claro e
inmedidato ha pesado sobre la producción de conocimiento por muchas décadas.
Versiones recientes de ello se expresan en mecanismos burocráticos de
asignación, administración y gestión de recursos, que impactan en los plazos de
desarrollo y entrega de resultados, los formatos para presentarlos e incluso el
lenguaje en que deben ser escritos (componentes de los términos de referencia).
Entre esos mecanismos aparece de manera destacada la pertinencia
(social/cultural). Se trata de una forma nada sutil de establecer que sobre la
generación de conocimiento prevalecen objetivos que surgen más bien de áreas de
empleo técnico, de diseño mercantil, de política pública o de impacto social.
Se podría
decir que estas regulaciones son propias solo de la ciencia sujeta a
financiamientos públicos y privados. No obstante, sus efectos también se dejan
sentir en otras formas de producción de conocimiento que se imaginan a sí
mismas fuera de esa lógica y se sujetan a demandas de militancia (política,
ideológica, ética, u otras variantes). Se podría decir que los compromisos de
militancia juegan un papel semejante al de la vigilancia burocrática de las
agencias financiadoras (a veces, incluso, con fondos provenientes de las mismas
fundaciones que buscan impacto social en instancias gubernamentales). La
pertinencia se convierte en un posicionamiento al que se ajusta la
investigación como proceso de producción de conocimiento comprometido con
ciertas perspectivas sociales o con ciertos grupos poblacionales, movimientos o
sujetos políticos, en ciertos formatos y con cierto lenguaje.
En su
versión más estimulante, por decirlo de alguna forma, la pertinencia puede
leerse como un llamado permanente a no perder de vista los problemas
contemporáneos que aquejan a las poblaciones en las que vivimos como científicos
y personas. Sin embargo, la total subordinación de la ciencia a esos problemas
en sus términos puede anular las virtudes mismas de la generación de
conocimiento. Una ciencia sujeta únicamente a esa lógica podrá dar resultados,
y los ha dado, no obstante, corre el riesgo de perder la posibilidad de
anticipar tensiones que se alojan en aquello que parece ya establecido y
suficientemente discutido. En todo caso, la ciencia no es sólo una herramienta
para resolver problemas sociales, sino un conjunto de formas de producir
preguntas de conocimiento y de desplegar acciones de investigación en
consecuencia; además, muchas veces, la formulación de esas preguntas toca los
márgenes dentro de los que se establecen los problemas sociales (económicos,
políticos, de bienestar, desarrollo, sustentabilidad, etc.) para ir más allá de
ellos, modificando los márgenes mismos de la problematización social. Eso
implica un necesario distanciamiento de las formulaciones popularizadas,
mercantilizadas o gubernamentalizadas de pensar en la ciencia, una especie de
sociología espontánea; implica también hacer un esfuerzo por encontrar
tensiones, conexiones, relaciones, contradicciones, imponderables o sucesos no
considerados ni vislumbrados antes, que pueden llevarnos a dar saltos en
nuestras certezas. Por ejemplo, la política global pasó del desarrollo ligado a
la insdustrialización y el crecimiento (y su crítica) a modelos de equidad,
sustentabilidad y descrecimiento, o de aquellos centrados en el impulso a las
energías fósiles y toda la tecnología asociada (y su crítica), a la urgente
necesidad de replantear nuestro vínculo con la energía, la tecnología y el
consumo. En esos saltos de las certezas, la ciencia ha tenido un papel
importante. Eso muestra también que la ciencia no es política ni étnicamente
neutral, incocente o inocua; al contrario, está en los problemas sociales y de
allí surge. Sin embargo, la ciencia es más bien impertinente, pues no se
conforma con las maneras estables de plantear y resolver problemas (de producción
de bienestar o de mercancías, de resolición de conflictos o de representación
de sectores marginados). La ciencia trabaja en los intersticios de aquello que
parece cierto y estable, planteando preguntas que a veces están más allá de lo
que parece urgente y pertinente (eso a lo que, según los militantes de
distintos movimientos o los administradores del bienestar, el crecimiento y el
desarrollo hay que dedicar toda la atención, los esfuerzos y los recursos).
Sería importante entonces mantener esa impertinente manera de la ciencia de
estar en el mundo, y empezar a pensar cómo fortalecer sus impertinencias antes
que anularlas con financiamientos condicionados, con militancias enceguecedoras
o con burocratizaciones infértiles.
Si hay interés en el documento completo, favor de solicitarlo por esta vía
Saludos