Pandemia y civilización al desnudo:
9 contradicciones para pensar
Conversatorio de Alejandro Agudo Sanchíz (UIA-México),
Marco Antonio Estrada Saavedra (COLMEX-México), José Luis Escalona Victoria
(CIESAS-México); Junio, 2020
El coronavirus ha desnudado a la humanidad del siglo
XXI descubriendo varias de las contradicciones que delinean en parte su devenir
histórico contemporáneo, no de manera lineal o agonística como suele aparecer en
varios de los diagnósticos que surgieron en esta coyuntura, sino en configuraciones
múltiples y complejas. Este texto, escrito a seis manos, ofrece miradas a 9 de
esas contradicciones (cuyo orden de presentación aquí no implica ninguna
preeminencia).
Contradicción uno: Bienestar universal y selectivo
JL ESCALONA: Las ideas de bienestar y desarrollo de
las décadas de la postguerra (precedidas por las de civilización y progreso de
los siglos XIX y XX) han dado origen a muchas instituciones, desde casas de
asistencia para grupos vulnerables, sociedades mutualistas, cajas de ahorro, hasta
sistemas de protección laboral y de salud universales; esas instituciones han
sido incluso una fuente de legitimidad de muchos gobiernos, fundaciones
privadas y organismos internacionales. Sin embargo, a pesar de todos esos
prolongados esfuerzos conscientemente construidos, cuyos efectos son
detalladamente medidos y observados, la humanidad contemporánea (las múltiples generaciones
que coexistimos en la pandemia) muestra la más profunda selectividad en lo que
se refiere a la protección de derechos básicos, servicios elementales de
educación, salud y bienestar, reflejada también en una vulnerabilidad altamente
diferenciada en situaciones de riesgo.
M ESTRADA: Efectivamente. Estas ideas nunca lograron
cumplir su promesa moderna de universalidad en la gran mayoría de los países.
En sociedades desiguales (inclusive en las más avanzadas), esa desigualdad se
refleja en el diferenciado acceso y beneficios de la traducción institucional
del bienestar y el desarrollo. No obstante, ahora parece haber en la opinión
pública, creo, una conciencia de la importancia de esas instituciones
bienetaristas que fueron desmanteladas, subfinanciadas y extrenalizadas
(outsourcing) para beneficio privado. Un resultado deseable de esta crisis
pandémica sería que fueran recuperadas por el sector público y robustecidas,
pero esto sólo podría suceder mediante luchas políticas en este sentido. Luchas
que darán una forma de universalización parcial de tales beneficios y recursos
provistos por las instituciones correspondientes. Universalización parcial,
porque tras la crisis no desaparecerá la desigualdad. Al contrario, lo que se
observa es que, con el desempleo masivo y la quiebra de empresas y negocios, la
desigualdad aumentará en nuestras sociedades.
A AGUDO: A lo anterior yo añadiría que se están
produciendo circunstancias que ya hemos visto muchas veces: los gobiernos están
rescatando empresas fabricantes de automóviles y aerolíneas con dinero público
– empresas e intereses “demasiado grandes para fallar”. Volveremos a oír
discursos de que los ciudadanos leales y responsables han de “compartir el
sacrificio” y aceptar austeridades por el bien de la “economía nacional”. En El
Pueblo sin atributos (Malpaso, 2016), Wendy Brown habla de esta noción del
sacrificio como una de las características de la actual racionalidad rectora
del neoliberalismo – sacrificar todo por un poder supremo del que dependemos
radicalmente pero que al mismo tiempo no nos debe nada …
JL ESCALONA: ¿Cuál es entonces la historia por venir
de esa especie de illusio llamado bienestar (y todos sus fractales) junto
con todo extenso campo global de fuerza -parafraseando a Bourdieu? (Meditaciones
pascalianas, ANAGRAMA, 1999)
Contradicción 2: Equidad con desigualdad
JL ESCALONA: La promesa de una sociedad más
igualitaria, crecientemente igualitaria, se confronta con la mayor inequidad social
en la historia conocida del planeta, mostrando ya no una sociedad de clases en
el sentido de inicios del siglo XX, sino una marcada por una hiper-división de
grupos, con distinciones radicales en formas de vida (que son formas de trabajo
y consumo), a pesar de la creciente y profunda interdependencia entre esas
formas de vida.
M ESTRADA: A manera de hipótesis,
quizás la creciente interdependencia sea posible por una base de desigualdad
que haga funcionar la cooperación y los beneficios diferenciados de ella. No
tendría mucho sentido para un empresario norteamericano mudar su producción a
México si los bajos salarios, el control político de la mano de obra, las
exenciones fiscales y la inexistente regulación efectiva en la protección del
ambiente no hicieran de nuestro país un lugar atractivo para la inversión y
producción con el fin de ganar ventajas en la competencia global. Y, sin
embargo, las distinciones radicales en las formas de vida tienen un parámetro
aspiracional común, aunque su realización local sea muy diferenciada: the american way of life, al que también se puede acceder, al menos simbólicamente, comprando
mercancía pirata y creyendo en historias de éxito del self-made man.
A AGUDO: De hecho, lo que
la interdependencia pone de manifiesto es la brutal desigualdad en que se basa.
La administración estadounidense exigió hace poco, a través de su embajador en
México, que se reiniciaran las labores en las maquiladoras del norte de México
donde se ensamblan componentes imprescindibles para los productos que se
comercializan en Estados Unidos. Es brutalmente irrelevante el que trabajadores
que no ganan más de 8,000 pesos al mes se expongan al riesgo de contagio del
coronavirus en esos hacinados espacios laborales. Pero los espacios y fronteras
de la desigualdad son también, precisamente por ello, espacios de lucha: fueron
los trabajadores de Ciudad Juárez (no el gobierno mexicano) quienes lograron
parar las actividades de las maquiladoras, negándose a trabajar, plantándose
frente a ellas y exigiendo ser enviados a casa con el 100% de su sueldo al
inicio de la pandemia – para lo cual buscaron asesoría de abogados y activistas
legales expertos en derecho laboral. Es también necesario ver la posible
multiplicación de espacios de resistencia en el contexto de la pandemia.
JL ESCALONA: ¿Debemos entonces reensamblar los
vínculos de interdependencia? ¿En qué sentido deberían moverse estas múltiples e
intrincadas interconexiones entre diversas formas de vida/producción/consumo?
Contradicción tres: Trabajo para el bienestar y la
explotación
JL ESCALONA: La idea del trabajo como la fuente de
realización personal y social, base del bienestar propio y de la contribución individual
a la sociedad, se ofrece igualmente como medida de la recompensa que las
instituciones retribuyen o garantizan. No obstante, lo que va emergiendo a cada
paso es una gran desigualdad en el disfrute de los beneficios del trabajo social
acumulado, en las condiciones de vida de los trabajadores e incluso en la amplia
exclusión del trabajo formal con todos sus derechos para la amplia mayoría de
los trabajadores (o lumpen proletarios) del planeta. Sabemos eso, pero las
respuestas institucionales a la pandemia hicieron emerger imágenes intrigantes
de trabajos esenciales que son desarrollados por los trabajadores peor pagados,
los menos protegidos socialmente, y en algunos casos los que están en una
situación de ilegalidad.
M ESTRADA: Estoy totalmente de
acuerdo.
JL ESCALONA: ¿Cómo tendríamos que reordenar el trabajo,
la división del trabajo social, la cooperación y la redistribución de la
riqueza social, para modificar estas tensiones?
Contradicción 4: Ampliación del
espacio público e instauración de fronteras y esferas control y privilegio
La promesa de una ciudadanía democrática, que expresa
sus opiniones en un espacio público abierto y sin cortapisas, en el que se
discute el porvenir con una racionalidad discursiva (en el sentido de Habermas -Teoría
de la acción comunicativa, Taurus, 1987 - o de Arendt – La condición humana, Paidós,
2016) se confronta con una multiplicidad de medios de comunicación masiva controlados,
regulados y pagados, usados para producir y reproducir verdades a conveniencia,
sobre pedido, que buscan ganancias inmediatas en los mercados políticos y
económicos.
M ESTRADA: Igual de preocupante en
esta erosión del “espacio público y la discusión pública” son los efectos
corrosivos de las redes sociales en la confianza entre ciudadanos y la idea de
“verdad”. Mientras que la castizamente denominada en los años ochenta “súper
carretera de la información” se pensaba como la realización del proyecto
ilustrado: comunicación democrática horizontal sin los controles autoritarios
del Estado o los monopolios mediáticos, que fluiría libremente y se alimentaría
de los mejores argumentos (Wikipedia) en la producción del conocimiento con
fines emancipatorios de toda la humanidad (¡ay, otro sueño de los utópicos
cibernéticos y posindustriales!). Hoy día, en cambio, estas redes son una
fuente potentísima de desinformación (fake news), odio, fanatismo, banalidades
e ignorancia al alcance de cualquiera. La misma tecnología puede servir para
bajar los costos de la organización de una acción colectiva democrática de
ciudadanos preocupados por el bien común o para intervenir y manipular la
opinión pública y las elecciones nacionales (Trump, Brexit). En estas “redes
asociales” también hay intereses políticos y económicos (por ejemplo, de la alt
right y los demás extremistas de derecha).
A AGUDO: Bien, pero no
olvidemos el caso que mencioné anteriormente, el ejemplo de controversia y
debate público protagonizados por los trabajadores de las maquiladoras. Por
otra parte, el comentario anterior de Marco también tiene relación con la
prevalencia de las emociones y la irracionalidad. Las redes sociales
multiplican las llamadas fake news en una era (ahora llamada de “posverdad”) en
la que, como siempre, las emociones, las pasiones y las convicciones personales
tienen mucho más peso que la “evidencia”, la “investigación”, los “hechos”,
etc. Esto se multiplica ahora, pero siempre ha sido así. Por ejemplo, ¿por qué
el concepto de “nación” y todo lo que lo acompaña (trapitos de colores o
banderas, himnos, el terruño, la especificidad, la identidad, etc.) ha sido habitualmente
un catalizador de la acción social y política más efectivo que el concepto de
“clase”?
JL ESCALONA: ¿Cómo rearmar el espacio público, como
bien público, de manera que tenga un papel más significativo en la
comunicación, la formación y la proyección de opiniones, saberes y razones más
viva, y de más largo plazo?
Contradicción cinco: Control total y orden selectivo
JL ESCALONA: La idea de un control político o una
gubernamentalidad total, con los estados como el actor central, se desdibuja en
esta crisis a la luz de muchas formas de desobediencia, desautorización,
ilegitimidad, cuestionamiento y franca rebeldía (incluso en esos sistemas
políticos que parecen tan fuertes y tan legítimos como el de los Estados
Unidos).
M ESTRADA: Efectivamente hay un
cortocircuito en la tecnocrática ilusión de gubernamentalidad total, pues
justamente falla la expectativa de control en un sentido doble: 1) en la
capacidad de prevención de la pandemia y sus efectos (no se tenía contemplada
su aparición), y 2) en la capacidad de dar una respuesta adecuada a sus efectos
(confinamiento total (China, Italia, España), parcial (Alemania, México, EU),
sectorial (escuelas, actividades no estratégicas), no confinamiento en absoluto
(Suecia, Corea del Sur). Todas estas medidas se basan en parte en experiencias
pasadas y en el método de ensayo y error sin ninguna certeza de que vayan a
funcionar o cuánto tiempo puedan funcionar. Paradójicamente, a esta crisis
temporal de la capacidad de reproducción de la gubernamentalidad se le responde
con políticas y medidas no menos gubernamentales: (hetero y auto) control de
cuerpos y espacio, restricción y/o suspensión de actividades y toda la
parafernalia de distintas formas de estado de emergencia. Los expertos en
televisión (López Gatell para nosotros) recrean, intencionalmente o no, la
ilusión de control basado en conocimiento con el fin político (no decidido por
ellos, sino por las autoridades políticas) de crear confianza en la población
de ciudadanos televidentes de que se está haciendo algo efectivo para combatir
con eficiencia la pandemia.
A AGUDO: De acuerdo con
lo anterior … nunca hay que desaprovechar una buena crisis para refrendar
representaciones de control y omisciencia, reinstaurando la idea cosificada de
un “centro de operaciones” que se hace cargo (Estado). Añadámosle a ello el
control y el cierre de fronteras (con la excusa de combatir la pandemia) y
tendremos un reforzamiento de algunos de los aspectos clave del marco material
y simbólico del Estado-nación. La idea del Estado queda asimismo reforzada por
la inacción, estancamiento o incapacidad de las entidades supranacionales que
se suponía que estaban socavando las soberanías nacionales: Unión Europea, OMS
(cuestionada y sumida en una profunda crisis), etc.
M ESTRADA: Por otro lado, es cierto
que hay muestras diversas de rebeldía (aquí en Alemania, las denominan
“Hygienedemo”) manifestaciones en protesta por las medidas de confinamiento y
en las que participan actores de todo el espectro político (desde neonazis y
teóricos de la conspiración hasta izquierdistas radicales antiglobalización
pasando por liberales de buena cepa en defensa de los derechos civiles y
políticos básicos). No menos cierto y quizás más importante es el hecho de que
las grandes mayorías de la población y la opinión pública están a favor de las
fuertes medidas de confinamiento. Inclusive no verían con malos ojos que se
endurecieran para superar la crisis y salvar más vidas. De hecho, puede haber
cruces parciales de intereses y opiniones entre ciertos sectores entre los
“rebeldes” y los “obedientes”, porque ambos “grupos” son heterogéneos
internamente. Ni todos los rebeldes son opositores y negacionistas radicales,
ni todos los obedientes son apoyadores incondicionales de las autoridades.
A AGUDO: De acuerdo, pero
creo que aquí hay que ver caso por caso para explorar cómo la contingencia y
sus medidas correspondientes toman forma social en determinados lugares y
países según circunstancias específicas, nacionales o locales. Las respuestas a
las medidas de emergencia y confinamiento varían según historias y contextos
particulares. En ciertos países (por ejemplo, Chile), dichas medidas pueden ser
un bálsamo para gobiernos acosados por una serie de manifestaciones de
oposición crecientes, e incluso pueden ser una oportunidad para reforzar el
control y la represión sobre la población bajo la excusa de combatir la
pandemia – por consiguiente, dichas medidas serán resistidas por la población
no por cuestiones de ignorancia o desconocimiento de procedimientos de salud
pública, sino por razones que tienen que ver con una inconformidad de largo
cuño con el gobierno. En otros casos, pueden ser los propios partidos de la oposición
(¡e incluso gobernantes en el poder, como Trump!) quienes traten de capitalizar
la oposición popular a las medidas de contingencia sanitaria, alentando incluso
las manifestaciones de descontento (por ejemplo, Vox y el Partido Popular en
España). El virus no conocerá fronteras, pero sus efectos son contextualmente
específicos – por no hablar cómo tiende a afectar más a los más desfavorecidos
o a poner de manifiesto la erosión de sistemas de salud pública tras décadas de
culto a la privatización.
JL ESCALONA: ¿Cómo entonces reusar y controlar socialmente
las tecnologías de control ya existentes o las que están por ser producidas,
desde las policías y el ejército, hasta los sistemas de vigilancia digital?
¿Cómo hacer para no dejar supeditada la fuerza de la sociedad (en sus diversas
expresiones) a los vaivenes del interés inmediato y de beneficio personal o de
grupo?
Contradicción seis: Más ciencia/tecnología, menos
conocimiento útil
JL ESCALONA: La idea del control técnico del mundo y
la creencia/confianza (ignorancia docta) en una ciencia vista como tecnología
aplicada, que resuelve casi cualquier problema (menos la finitud de la vida, a
la que sólo ha logrado retrasar, a veces incluso sobre cuerpos vegetativos inconscientes)
se muestra útil, pero insuficiente y para algunos francamente decepcionante. En
realidad, tendríamos que decir que lo que surge es una imagen de cómo es la
ciencia: un espacio de conocimiento con múltiples incertidumbres y miles de
preguntas sin resolver. El problema es lo que se espera de la ciencia y la
tecnología, y la enorme historia de subordinación de las cuestiones de la
ciencia a los financiamientos y decisiones de interés político/económico
inmediato. (En México, por ejemplo, la ciencia está sometida a la tarea de
tratar de resolver los problemas sociales más apremiantes, es decir, lo que
muchas veces termina convirtiéndose en una contribución a la búsqueda de
legitimidad del gobierno en turno).
M ESTRADA: Creo que esta
caracterización de la ciencia como ciencia tecnológicamente aplicada con
capacidad para resolver cualquier problema es, más que una concepción de la
ciencia sobre sí misma, una representación de inexpertos (público en general,
periodistas, artistas, religiosos, filósofos, políticos, en una palabra, no
científicos). En todo caso, si en el sistema científico hay quien piensa la
ciencia en esos términos, sólo se trata de un segmento de la comunidad
científica (ingenieros, tecnólogos, etc.) y no de su conjunto. Los científicos
sabemos muy bien qué falible, transitorio y problemático es la producción de
cualquier conocimiento y cómo éste depende de las preguntas, métodos y técnicas
de investigación utilizados. Otras preguntas y metodologías llevan a otros
resultados diferentes, pero no necesariamente contradictorios o tampoco
complementarios. Efectivamente, el conocimiento virológico y epidemiológico
actual es actualmente “útil pero insuficiente”, pero no hay nada anómalo en
ello para un científico. Esa utilidad insuficiente se vuelve un problema y una
razón de desconfianza entre los neófitos porque creen, erróneamente, que la
ciencia produce “verdades objetivas e incuestionables”. La cuestión sería
explicar de dónde provienen estas representaciones superficiales de la ciencia
(sistema educativo, medios de comunicación, etc.). Por lo demás, ya es en sí
abusivo hablar de “la ciencia”, cuando en realidad deberíamos utilizar el
plural para referirnos a esa selva de disciplinas y subdisciplinas que conforman
lo que denominamos cómodamente como sistema científico.
A AGUDO: De acuerdo con
el comentario anterior de Marco, pero una terrible duda: ¿no habría que hacer
un poco de autocrítica para ver qué hay – o hubo –en la propia ciencia y en su
autorepresentación ante los legos que difundió entre estos la idea de que la
ciencia “lo resuelve todo y crea verdades incuestionables”? Me parece que es
más bien la autocrítica (donde la haya) y, sobre todo, la crítica de los
filósofos de la ciencia y de generaciones posteriores de especialistas la que
no ha llegado al público, a pesar de iniciarse hace más de cien años. Las
sofisticadas argumentaciones deconstructivas, desde Popper a Latour, no se han
filtrado al público (de nuevo, en las ciencias sociales y humanas escribimos
para una minoría, por lo que no es sorprendente que las ideas populares sobre
la ciencia, mantenidas por políticos y ciertos científicos, sigan en su lugar).
JL ESCALONA: ¿Necesitamos
reordenar las relaciones de la ciencia con los otros campos del pensamiento y
la actividad, y establecer vínculos más comunicativos que técnicos? ¿Cómo rehacer
esa comunicación?
Contradicción siete: Globalización
intensa y jerarquización profunda
JL ESCALONA: La idea de una globalización generalizada
está también revelándose como un proceso de diversas intensidades y velocidades,
que más que homogenizar ordena jerarquías y procesos desiguales de conexión y
desconexión.
M ESTRADA: a) De acuerdo, pero esto
no lo reveló la pandemia, sino ya lo sabíamos y lo hemos vivido en nuestras
modernidades periféricas. Lo que llama la atención es la afirmación, desde la
derecha hasta la izquierda extremas, del “fin de la globalización”. Es una
expectativa fútil. Al menos en términos económicos, las grandes cadenas de
producción y servicios no dejarán de ser globales. A caso, se diversificarán
para que una falla (producto de una pandemia) no las desarticule tan
fácilmente, como está sucediendo actualmente: no toda la producción de equipo
de protección médica (batas, mascarillas, guantes, etc.) o de fármacos debería
provenir de un solo sitio (China o India), se pueden tener plantas secundarias
también en Ucrania, Ecuador o Mozambique, etc.).
Por lo demás, ¿de qué globalización
estamos hablando? ¿La económica, la cultural, la mediática, la deportiva, la
científica, la política, etc.?
La pandemia misma es,
paradójicamente, un producto y tiene un efecto globalizante: es mundial y nos
hace contemporáneos a todos, pero, justo por las desigualdades entre nuestras
sociedades y al interior de ellas, experimentamos esa globalización (en este
caso, pandémica) “en diversas intensidades y velocidades”.
A AGUDO: ¿Realmente tiene
la “globalización” una lógica global, o es más bien un proceso intensamente
interpersonal cuya construcción y variaciones pueden ser observadas en ámbitos
locales, mediante eventos y relaciones particulares?
JL ESCALONA: ¿Cuál es el futuro inmediato de esas
globalizaciones múltiples y no necesariamente interconectadas, con sus
variaciones en intensidad y velocidad en cada particularidad del globo?
Contradicción ocho: razón y conspiración
JL ESCALONA: La idea de una triunfante lógica (científica,
filosófica, técnica) muestra tanto sus extremos de sofisticación en unos
lugares (laboratorios y equipos) como su casi ausencia entre públicos en los
que prevalecen sobre todo formas rituales, mágicas, religiosas, o en
sofisticadas teorías de conspiración, medios largamente usados para enfrentar
las incertidumbres.
M ESTRADA: De acuerdo. Sólo
agregaría que esas formas rituales y mágicas no son patrimonio exclusivo del
“mundo subdesarrollado”. En las sociedades postindutrializadas ese pensamiento
mágico toma la forma del new age, el espiritualismo orientalista de bolsillo,
las teorías de la conspiración y toda expresión de irracionalismo. Por lo
demás, no veo nada sofisticado en las teorías de la conspiración. Son de una
simpleza apabullante. Justamente funcionan por su simpleza.
A AGUDO: “Nunca hemos
sido modernos”, reza el título de un trabajo de Latour … pues eso.
JL ESCALONA: Sin más comentarios. Quizás debo repensar
esta cuestión, puesto que quizás no es un problema de contradicción entre ciencia
y magia (en tanto la ciencia puede funcionar como una nueva magia en la vida
cotidiana). Quizás es más un corolario de las contradicciones cuatro (Ampliación
del espacio público e instauración de fronteras y esferas control y privilegio)
y seis (Más ciencia/tecnología, menos conocimiento útil).
Contradicción nueve: Humanidad como excepcionalidad y
objeto de la naturaleza
JL
ESCALONA: La confianza muy clara de nuestra excepcionalidad en el conjunto de
la naturaleza, incluso en nuestra superioridad y control sobre ella (enfatizada
sobre todo desde la ilustración, y cuestionada por varios analistas en las
ciencias sociales, como Latour) se enfrenta con nuestra fragilidad como seres
profundamente naturales, reducidos a depósitos de material para la reproducción
de un ser invisible, incompleto y que reta la misma idea de lo que es un “ser
vivo”.
1 comentario:
Gracias por este conservatorio posibilito mis reflexiones sobre la desigualdad de la educación a nivel mundial, mientras en países como Alemania O Noruega donde los niños regresan a la escuela, con una serie de restricciones y de vigilancia. En México la desigualdad en la escolarización llevará a unos niños y niñas a abandonar la escuela y a un aprendizaje de repetición y dogmático de los contenidos escolares.
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