miércoles, 24 de junio de 2020

Conversatorio 1: Agudo/Estrada/Escalona, Pandemia para pensar

Pandemia y civilización al desnudo: 9 contradicciones para pensar

Conversatorio de Alejandro Agudo Sanchíz (UIA-México), Marco Antonio Estrada Saavedra (COLMEX-México), José Luis Escalona Victoria (CIESAS-México); Junio, 2020

El coronavirus ha desnudado a la humanidad del siglo XXI descubriendo varias de las contradicciones que delinean en parte su devenir histórico contemporáneo, no de manera lineal o agonística como suele aparecer en varios de los diagnósticos que surgieron en esta coyuntura, sino en configuraciones múltiples y complejas. Este texto, escrito a seis manos, ofrece miradas a 9 de esas contradicciones (cuyo orden de presentación aquí no implica ninguna preeminencia).

Contradicción uno: Bienestar universal y selectivo
JL ESCALONA: Las ideas de bienestar y desarrollo de las décadas de la postguerra (precedidas por las de civilización y progreso de los siglos XIX y XX) han dado origen a muchas instituciones, desde casas de asistencia para grupos vulnerables, sociedades mutualistas, cajas de ahorro, hasta sistemas de protección laboral y de salud universales; esas instituciones han sido incluso una fuente de legitimidad de muchos gobiernos, fundaciones privadas y organismos internacionales. Sin embargo, a pesar de todos esos prolongados esfuerzos conscientemente construidos, cuyos efectos son detalladamente medidos y observados, la humanidad contemporánea (las múltiples generaciones que coexistimos en la pandemia) muestra la más profunda selectividad en lo que se refiere a la protección de derechos básicos, servicios elementales de educación, salud y bienestar, reflejada también en una vulnerabilidad altamente diferenciada en situaciones de riesgo.
M ESTRADA: Efectivamente. Estas ideas nunca lograron cumplir su promesa moderna de universalidad en la gran mayoría de los países. En sociedades desiguales (inclusive en las más avanzadas), esa desigualdad se refleja en el diferenciado acceso y beneficios de la traducción institucional del bienestar y el desarrollo. No obstante, ahora parece haber en la opinión pública, creo, una conciencia de la importancia de esas instituciones bienetaristas que fueron desmanteladas, subfinanciadas y extrenalizadas (outsourcing) para beneficio privado. Un resultado deseable de esta crisis pandémica sería que fueran recuperadas por el sector público y robustecidas, pero esto sólo podría suceder mediante luchas políticas en este sentido. Luchas que darán una forma de universalización parcial de tales beneficios y recursos provistos por las instituciones correspondientes. Universalización parcial, porque tras la crisis no desaparecerá la desigualdad. Al contrario, lo que se observa es que, con el desempleo masivo y la quiebra de empresas y negocios, la desigualdad aumentará en nuestras sociedades.
A AGUDO: A lo anterior yo añadiría que se están produciendo circunstancias que ya hemos visto muchas veces: los gobiernos están rescatando empresas fabricantes de automóviles y aerolíneas con dinero público – empresas e intereses “demasiado grandes para fallar”. Volveremos a oír discursos de que los ciudadanos leales y responsables han de “compartir el sacrificio” y aceptar austeridades por el bien de la “economía nacional”. En El Pueblo sin atributos (Malpaso, 2016), Wendy Brown habla de esta noción del sacrificio como una de las características de la actual racionalidad rectora del neoliberalismo – sacrificar todo por un poder supremo del que dependemos radicalmente pero que al mismo tiempo no nos debe nada …
JL ESCALONA: ¿Cuál es entonces la historia por venir de esa especie de illusio llamado bienestar (y todos sus fractales) junto con todo extenso campo global de fuerza -parafraseando a Bourdieu? (Meditaciones pascalianas, ANAGRAMA, 1999)


Contradicción 2: Equidad con desigualdad
JL ESCALONA: La promesa de una sociedad más igualitaria, crecientemente igualitaria, se confronta con la mayor inequidad social en la historia conocida del planeta, mostrando ya no una sociedad de clases en el sentido de inicios del siglo XX, sino una marcada por una hiper-división de grupos, con distinciones radicales en formas de vida (que son formas de trabajo y consumo), a pesar de la creciente y profunda interdependencia entre esas formas de vida.
M ESTRADA: A manera de hipótesis, quizás la creciente interdependencia sea posible por una base de desigualdad que haga funcionar la cooperación y los beneficios diferenciados de ella. No tendría mucho sentido para un empresario norteamericano mudar su producción a México si los bajos salarios, el control político de la mano de obra, las exenciones fiscales y la inexistente regulación efectiva en la protección del ambiente no hicieran de nuestro país un lugar atractivo para la inversión y producción con el fin de ganar ventajas en la competencia global. Y, sin embargo, las distinciones radicales en las formas de vida tienen un parámetro aspiracional común, aunque su realización local sea muy diferenciada: the american way of life, al que también se puede acceder, al menos simbólicamente, comprando mercancía pirata y creyendo en historias de éxito del self-made man.
A AGUDO: De hecho, lo que la interdependencia pone de manifiesto es la brutal desigualdad en que se basa. La administración estadounidense exigió hace poco, a través de su embajador en México, que se reiniciaran las labores en las maquiladoras del norte de México donde se ensamblan componentes imprescindibles para los productos que se comercializan en Estados Unidos. Es brutalmente irrelevante el que trabajadores que no ganan más de 8,000 pesos al mes se expongan al riesgo de contagio del coronavirus en esos hacinados espacios laborales. Pero los espacios y fronteras de la desigualdad son también, precisamente por ello, espacios de lucha: fueron los trabajadores de Ciudad Juárez (no el gobierno mexicano) quienes lograron parar las actividades de las maquiladoras, negándose a trabajar, plantándose frente a ellas y exigiendo ser enviados a casa con el 100% de su sueldo al inicio de la pandemia – para lo cual buscaron asesoría de abogados y activistas legales expertos en derecho laboral. Es también necesario ver la posible multiplicación de espacios de resistencia en el contexto de la pandemia.
JL ESCALONA: ¿Debemos entonces reensamblar los vínculos de interdependencia? ¿En qué sentido deberían moverse estas múltiples e intrincadas interconexiones entre diversas formas de vida/producción/consumo?

Contradicción tres: Trabajo para el bienestar y la explotación
JL ESCALONA: La idea del trabajo como la fuente de realización personal y social, base del bienestar propio y de la contribución individual a la sociedad, se ofrece igualmente como medida de la recompensa que las instituciones retribuyen o garantizan. No obstante, lo que va emergiendo a cada paso es una gran desigualdad en el disfrute de los beneficios del trabajo social acumulado, en las condiciones de vida de los trabajadores e incluso en la amplia exclusión del trabajo formal con todos sus derechos para la amplia mayoría de los trabajadores (o lumpen proletarios) del planeta. Sabemos eso, pero las respuestas institucionales a la pandemia hicieron emerger imágenes intrigantes de trabajos esenciales que son desarrollados por los trabajadores peor pagados, los menos protegidos socialmente, y en algunos casos los que están en una situación de ilegalidad.
M ESTRADA: Estoy totalmente de acuerdo.
JL ESCALONA: ¿Cómo tendríamos que reordenar el trabajo, la división del trabajo social, la cooperación y la redistribución de la riqueza social, para modificar estas tensiones?

La promesa de una ciudadanía democrática, que expresa sus opiniones en un espacio público abierto y sin cortapisas, en el que se discute el porvenir con una racionalidad discursiva (en el sentido de Habermas -Teoría de la acción comunicativa, Taurus, 1987 - o de Arendt – La condición humana, Paidós, 2016) se confronta con una multiplicidad de medios de comunicación masiva controlados, regulados y pagados, usados para producir y reproducir verdades a conveniencia, sobre pedido, que buscan ganancias inmediatas en los mercados políticos y económicos.
M ESTRADA: Igual de preocupante en esta erosión del “espacio público y la discusión pública” son los efectos corrosivos de las redes sociales en la confianza entre ciudadanos y la idea de “verdad”. Mientras que la castizamente denominada en los años ochenta “súper carretera de la información” se pensaba como la realización del proyecto ilustrado: comunicación democrática horizontal sin los controles autoritarios del Estado o los monopolios mediáticos, que fluiría libremente y se alimentaría de los mejores argumentos (Wikipedia) en la producción del conocimiento con fines emancipatorios de toda la humanidad (¡ay, otro sueño de los utópicos cibernéticos y posindustriales!). Hoy día, en cambio, estas redes son una fuente potentísima de desinformación (fake news), odio, fanatismo, banalidades e ignorancia al alcance de cualquiera. La misma tecnología puede servir para bajar los costos de la organización de una acción colectiva democrática de ciudadanos preocupados por el bien común o para intervenir y manipular la opinión pública y las elecciones nacionales (Trump, Brexit). En estas “redes asociales” también hay intereses políticos y económicos (por ejemplo, de la alt right y los demás extremistas de derecha).
A AGUDO: Bien, pero no olvidemos el caso que mencioné anteriormente, el ejemplo de controversia y debate público protagonizados por los trabajadores de las maquiladoras. Por otra parte, el comentario anterior de Marco también tiene relación con la prevalencia de las emociones y la irracionalidad. Las redes sociales multiplican las llamadas fake news en una era (ahora llamada de “posverdad”) en la que, como siempre, las emociones, las pasiones y las convicciones personales tienen mucho más peso que la “evidencia”, la “investigación”, los “hechos”, etc. Esto se multiplica ahora, pero siempre ha sido así. Por ejemplo, ¿por qué el concepto de “nación” y todo lo que lo acompaña (trapitos de colores o banderas, himnos, el terruño, la especificidad, la identidad, etc.) ha sido habitualmente un catalizador de la acción social y política más efectivo que el concepto de “clase”?  
JL ESCALONA: ¿Cómo rearmar el espacio público, como bien público, de manera que tenga un papel más significativo en la comunicación, la formación y la proyección de opiniones, saberes y razones más viva, y de más largo plazo?

Contradicción cinco: Control total y orden selectivo
JL ESCALONA: La idea de un control político o una gubernamentalidad total, con los estados como el actor central, se desdibuja en esta crisis a la luz de muchas formas de desobediencia, desautorización, ilegitimidad, cuestionamiento y franca rebeldía (incluso en esos sistemas políticos que parecen tan fuertes y tan legítimos como el de los Estados Unidos).
M ESTRADA: Efectivamente hay un cortocircuito en la tecnocrática ilusión de gubernamentalidad total, pues justamente falla la expectativa de control en un sentido doble: 1) en la capacidad de prevención de la pandemia y sus efectos (no se tenía contemplada su aparición), y 2) en la capacidad de dar una respuesta adecuada a sus efectos (confinamiento total (China, Italia, España), parcial (Alemania, México, EU), sectorial (escuelas, actividades no estratégicas), no confinamiento en absoluto (Suecia, Corea del Sur). Todas estas medidas se basan en parte en experiencias pasadas y en el método de ensayo y error sin ninguna certeza de que vayan a funcionar o cuánto tiempo puedan funcionar. Paradójicamente, a esta crisis temporal de la capacidad de reproducción de la gubernamentalidad se le responde con políticas y medidas no menos gubernamentales: (hetero y auto) control de cuerpos y espacio, restricción y/o suspensión de actividades y toda la parafernalia de distintas formas de estado de emergencia. Los expertos en televisión (López Gatell para nosotros) recrean, intencionalmente o no, la ilusión de control basado en conocimiento con el fin político (no decidido por ellos, sino por las autoridades políticas) de crear confianza en la población de ciudadanos televidentes de que se está haciendo algo efectivo para combatir con eficiencia la pandemia.
A AGUDO: De acuerdo con lo anterior … nunca hay que desaprovechar una buena crisis para refrendar representaciones de control y omisciencia, reinstaurando la idea cosificada de un “centro de operaciones” que se hace cargo (Estado). Añadámosle a ello el control y el cierre de fronteras (con la excusa de combatir la pandemia) y tendremos un reforzamiento de algunos de los aspectos clave del marco material y simbólico del Estado-nación. La idea del Estado queda asimismo reforzada por la inacción, estancamiento o incapacidad de las entidades supranacionales que se suponía que estaban socavando las soberanías nacionales: Unión Europea, OMS (cuestionada y sumida en una profunda crisis), etc.
M ESTRADA: Por otro lado, es cierto que hay muestras diversas de rebeldía (aquí en Alemania, las denominan “Hygienedemo”) manifestaciones en protesta por las medidas de confinamiento y en las que participan actores de todo el espectro político (desde neonazis y teóricos de la conspiración hasta izquierdistas radicales antiglobalización pasando por liberales de buena cepa en defensa de los derechos civiles y políticos básicos). No menos cierto y quizás más importante es el hecho de que las grandes mayorías de la población y la opinión pública están a favor de las fuertes medidas de confinamiento. Inclusive no verían con malos ojos que se endurecieran para superar la crisis y salvar más vidas. De hecho, puede haber cruces parciales de intereses y opiniones entre ciertos sectores entre los “rebeldes” y los “obedientes”, porque ambos “grupos” son heterogéneos internamente. Ni todos los rebeldes son opositores y negacionistas radicales, ni todos los obedientes son apoyadores incondicionales de las autoridades.
A AGUDO: De acuerdo, pero creo que aquí hay que ver caso por caso para explorar cómo la contingencia y sus medidas correspondientes toman forma social en determinados lugares y países según circunstancias específicas, nacionales o locales. Las respuestas a las medidas de emergencia y confinamiento varían según historias y contextos particulares. En ciertos países (por ejemplo, Chile), dichas medidas pueden ser un bálsamo para gobiernos acosados por una serie de manifestaciones de oposición crecientes, e incluso pueden ser una oportunidad para reforzar el control y la represión sobre la población bajo la excusa de combatir la pandemia – por consiguiente, dichas medidas serán resistidas por la población no por cuestiones de ignorancia o desconocimiento de procedimientos de salud pública, sino por razones que tienen que ver con una inconformidad de largo cuño con el gobierno. En otros casos, pueden ser los propios partidos de la oposición (¡e incluso gobernantes en el poder, como Trump!) quienes traten de capitalizar la oposición popular a las medidas de contingencia sanitaria, alentando incluso las manifestaciones de descontento (por ejemplo, Vox y el Partido Popular en España). El virus no conocerá fronteras, pero sus efectos son contextualmente específicos – por no hablar cómo tiende a afectar más a los más desfavorecidos o a poner de manifiesto la erosión de sistemas de salud pública tras décadas de culto a la privatización.  
JL ESCALONA: ¿Cómo entonces reusar y controlar socialmente las tecnologías de control ya existentes o las que están por ser producidas, desde las policías y el ejército, hasta los sistemas de vigilancia digital? ¿Cómo hacer para no dejar supeditada la fuerza de la sociedad (en sus diversas expresiones) a los vaivenes del interés inmediato y de beneficio personal o de grupo?

Contradicción seis: Más ciencia/tecnología, menos conocimiento útil
JL ESCALONA: La idea del control técnico del mundo y la creencia/confianza (ignorancia docta) en una ciencia vista como tecnología aplicada, que resuelve casi cualquier problema (menos la finitud de la vida, a la que sólo ha logrado retrasar, a veces incluso sobre cuerpos vegetativos inconscientes) se muestra útil, pero insuficiente y para algunos francamente decepcionante. En realidad, tendríamos que decir que lo que surge es una imagen de cómo es la ciencia: un espacio de conocimiento con múltiples incertidumbres y miles de preguntas sin resolver. El problema es lo que se espera de la ciencia y la tecnología, y la enorme historia de subordinación de las cuestiones de la ciencia a los financiamientos y decisiones de interés político/económico inmediato. (En México, por ejemplo, la ciencia está sometida a la tarea de tratar de resolver los problemas sociales más apremiantes, es decir, lo que muchas veces termina convirtiéndose en una contribución a la búsqueda de legitimidad del gobierno en turno).
M ESTRADA: Creo que esta caracterización de la ciencia como ciencia tecnológicamente aplicada con capacidad para resolver cualquier problema es, más que una concepción de la ciencia sobre sí misma, una representación de inexpertos (público en general, periodistas, artistas, religiosos, filósofos, políticos, en una palabra, no científicos). En todo caso, si en el sistema científico hay quien piensa la ciencia en esos términos, sólo se trata de un segmento de la comunidad científica (ingenieros, tecnólogos, etc.) y no de su conjunto. Los científicos sabemos muy bien qué falible, transitorio y problemático es la producción de cualquier conocimiento y cómo éste depende de las preguntas, métodos y técnicas de investigación utilizados. Otras preguntas y metodologías llevan a otros resultados diferentes, pero no necesariamente contradictorios o tampoco complementarios. Efectivamente, el conocimiento virológico y epidemiológico actual es actualmente “útil pero insuficiente”, pero no hay nada anómalo en ello para un científico. Esa utilidad insuficiente se vuelve un problema y una razón de desconfianza entre los neófitos porque creen, erróneamente, que la ciencia produce “verdades objetivas e incuestionables”. La cuestión sería explicar de dónde provienen estas representaciones superficiales de la ciencia (sistema educativo, medios de comunicación, etc.). Por lo demás, ya es en sí abusivo hablar de “la ciencia”, cuando en realidad deberíamos utilizar el plural para referirnos a esa selva de disciplinas y subdisciplinas que conforman lo que denominamos cómodamente como sistema científico.
A AGUDO: De acuerdo con el comentario anterior de Marco, pero una terrible duda: ¿no habría que hacer un poco de autocrítica para ver qué hay – o hubo –en la propia ciencia y en su autorepresentación ante los legos que difundió entre estos la idea de que la ciencia “lo resuelve todo y crea verdades incuestionables”? Me parece que es más bien la autocrítica (donde la haya) y, sobre todo, la crítica de los filósofos de la ciencia y de generaciones posteriores de especialistas la que no ha llegado al público, a pesar de iniciarse hace más de cien años. Las sofisticadas argumentaciones deconstructivas, desde Popper a Latour, no se han filtrado al público (de nuevo, en las ciencias sociales y humanas escribimos para una minoría, por lo que no es sorprendente que las ideas populares sobre la ciencia, mantenidas por políticos y ciertos científicos, sigan en su lugar).   
JL ESCALONA: ¿Necesitamos reordenar las relaciones de la ciencia con los otros campos del pensamiento y la actividad, y establecer vínculos más comunicativos que técnicos? ¿Cómo rehacer esa comunicación?

Contradicción siete: Globalización intensa y jerarquización profunda  
JL ESCALONA: La idea de una globalización generalizada está también revelándose como un proceso de diversas intensidades y velocidades, que más que homogenizar ordena jerarquías y procesos desiguales de conexión y desconexión.
M ESTRADA: a) De acuerdo, pero esto no lo reveló la pandemia, sino ya lo sabíamos y lo hemos vivido en nuestras modernidades periféricas. Lo que llama la atención es la afirmación, desde la derecha hasta la izquierda extremas, del “fin de la globalización”. Es una expectativa fútil. Al menos en términos económicos, las grandes cadenas de producción y servicios no dejarán de ser globales. A caso, se diversificarán para que una falla (producto de una pandemia) no las desarticule tan fácilmente, como está sucediendo actualmente: no toda la producción de equipo de protección médica (batas, mascarillas, guantes, etc.) o de fármacos debería provenir de un solo sitio (China o India), se pueden tener plantas secundarias también en Ucrania, Ecuador o Mozambique, etc.).
Por lo demás, ¿de qué globalización estamos hablando? ¿La económica, la cultural, la mediática, la deportiva, la científica, la política, etc.?
La pandemia misma es, paradójicamente, un producto y tiene un efecto globalizante: es mundial y nos hace contemporáneos a todos, pero, justo por las desigualdades entre nuestras sociedades y al interior de ellas, experimentamos esa globalización (en este caso, pandémica) “en diversas intensidades y velocidades”.
A AGUDO: ¿Realmente tiene la “globalización” una lógica global, o es más bien un proceso intensamente interpersonal cuya construcción y variaciones pueden ser observadas en ámbitos locales, mediante eventos y relaciones particulares?  
JL ESCALONA: ¿Cuál es el futuro inmediato de esas globalizaciones múltiples y no necesariamente interconectadas, con sus variaciones en intensidad y velocidad en cada particularidad del globo?

Contradicción ocho: razón y conspiración
JL ESCALONA: La idea de una triunfante lógica (científica, filosófica, técnica) muestra tanto sus extremos de sofisticación en unos lugares (laboratorios y equipos) como su casi ausencia entre públicos en los que prevalecen sobre todo formas rituales, mágicas, religiosas, o en sofisticadas teorías de conspiración, medios largamente usados para enfrentar las incertidumbres.
M ESTRADA: De acuerdo. Sólo agregaría que esas formas rituales y mágicas no son patrimonio exclusivo del “mundo subdesarrollado”. En las sociedades postindutrializadas ese pensamiento mágico toma la forma del new age, el espiritualismo orientalista de bolsillo, las teorías de la conspiración y toda expresión de irracionalismo. Por lo demás, no veo nada sofisticado en las teorías de la conspiración. Son de una simpleza apabullante. Justamente funcionan por su simpleza.
A AGUDO: “Nunca hemos sido modernos”, reza el título de un trabajo de Latour … pues eso.
JL ESCALONA: Sin más comentarios. Quizás debo repensar esta cuestión, puesto que quizás no es un problema de contradicción entre ciencia y magia (en tanto la ciencia puede funcionar como una nueva magia en la vida cotidiana). Quizás es más un corolario de las contradicciones cuatro (Ampliación del espacio público e instauración de fronteras y esferas control y privilegio) y seis (Más ciencia/tecnología, menos conocimiento útil).

Contradicción nueve: Humanidad como excepcionalidad y objeto de la naturaleza
JL ESCALONA: La confianza muy clara de nuestra excepcionalidad en el conjunto de la naturaleza, incluso en nuestra superioridad y control sobre ella (enfatizada sobre todo desde la ilustración, y cuestionada por varios analistas en las ciencias sociales, como Latour) se enfrenta con nuestra fragilidad como seres profundamente naturales, reducidos a depósitos de material para la reproducción de un ser invisible, incompleto y que reta la misma idea de lo que es un “ser vivo”.

1 comentario:

Unknown dijo...

Gracias por este conservatorio posibilito mis reflexiones sobre la desigualdad de la educación a nivel mundial, mientras en países como Alemania O Noruega donde los niños regresan a la escuela, con una serie de restricciones y de vigilancia. En México la desigualdad en la escolarización llevará a unos niños y niñas a abandonar la escuela y a un aprendizaje de repetición y dogmático de los contenidos escolares.

Tensiones Antropológicas, LIBRO. José Luis Escalona, Sergio Zendejas, 2022

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